
Llevo un mes calzando chanclas, vistiendo camisolas y pareos, con el pelo recogido, y las gafas de sol formando parte de mi cara.
Llevo un mes deslumbrada por la luz, disfrutando de las noches llenas de flores y muros blancos.
Un mes sin agenda, sin horario, sin compromisos, cerca de los sabores de verdad, de los colores brillantes, y rodeada de agua, con la piel y el pelo crujientes de sal.
Ahora el color del verano se va por la ducha, con el sonido del despertador, con la soledad cuando vuelvo a casa.
Mientras abro e-mails se irán alargando las mangas de mis camisas, apagando los colores brillantes y volviéndose más corporativos.
La depresión post-vacacional finalmente parece que me ha invadido.....
Llevo un mes deslumbrada por la luz, disfrutando de las noches llenas de flores y muros blancos.
Un mes sin agenda, sin horario, sin compromisos, cerca de los sabores de verdad, de los colores brillantes, y rodeada de agua, con la piel y el pelo crujientes de sal.
Ahora el color del verano se va por la ducha, con el sonido del despertador, con la soledad cuando vuelvo a casa.
Mientras abro e-mails se irán alargando las mangas de mis camisas, apagando los colores brillantes y volviéndose más corporativos.
La depresión post-vacacional finalmente parece que me ha invadido.....