La semana pasada en Brasil sucedió algo que de no haber sido real, parecería un poema, una leyenda, un cuento con final misterioso y mágico.
Un sacerdote brasileño, para recaudar fondos para una buena causa, - construir una casa de retiro para camioneros - , quiso batir el récord Guiness volando con mas de mil globos de colores hacia el cielo.
A sus 42 años, Aderli de Carli, se subió a su silla coronada por mil globos, equipada con un GPS, agua, barritas de cereales y píldoras energéticas, dispuesto a hacer un viaje entre dos ciudades brasileñas para conseguir el dinero para su proyecto.
El sacerdote ha desaparecido, sólo quedan como rastro de la aventura, trozos de plástico que una vez fueron bonitos globos de colores... su búsqueda ha sido suspendida, todo apunta a que el viento lo llevó a alta mar.
A mi me gusta pensar que los globos le llevaron al cielo, donde realmente él quería ir.
Cuando llegó, se apostó con un ángel todos los globos que le quedaban a que desde la Tierra seguimos con su iniciativa de ayudar a los demás.
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