martes, 20 de abril de 2010

Morriña


En estos días que amanecen soleados, no puedo evitar echar de menos ir a comer con un par de amigos y bebernos una de botella de vino.
Después de unas risas y una agradable tertulia, salir del local y sentir que vas un poco amodorrada y darse una vuelta caminando mientras se te pasa la tonteria, pero te queda el regusto de la felicidad en la boca y lo vas saboreando durante toda la tarde... y es que aunque los demas no te acaben de entender, tú eres feliz porque un día cualquiera con sol has comido con tus amigos y has compartido una botella de vino.

No hay comentarios: