domingo, 9 de diciembre de 2007

LA MATANZA


No pasamos hambre, somos un país del primer mundo, con todos los adelantos y por tanto, el hambre necesidad básica, está superada.
No hace tantos años esto no era así.
Extremadura sigue guardando pueblos simples, blancos, mínimos, y tradiciones que hoy nos parecen propias de un ritual vudú. Tradiciones que nos recuerdan que el hambre estuvo allí.
El barreño lleno de sangre, carne, especias, y la hora de probarlo. No caben remilgos. Todos deben remangarse, del cerdo se aprovecha todo, y lo que la noche anterior era una conspiración para matarlos, en muy pocas horas es una charcutería en toda regla.
Todo tiene su técnica, su curado, su embuchado, su pinchado, su aliño, todos tienen su tarea... ahora muchos lo llamarían una actividad de teambulding, y los jovenes bromeamos con convertir un trabajo que hace no tanto era la fiesta de la supervivencia, en una actividad para ejecutivos de ciudad.
La tradición pasa de padres a hijos, pero parece claro que no continuará mucho mas...

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