lunes, 10 de diciembre de 2007

MANHATTAN


Desde el cielo es una isla gris, con un gran parche verde acosado por rascacielos.

Desde la tierra miras hacia arriba, para ver si puedes ver el cielo.

Sientes que estás en la capital del mundo.
Viajé a un pasado de orgullo empresarial y modernismo arquitectónico, donde podía ver a las señoritas con falda de tubo, tacones, medias con costura trasera y tocado en el pelo entrando en oficinas con puertas giratorias. Oficinas de Spencer Tracy y Gregory Peck, de Katherine y Audrey Hepburn.
El escenario visto en tantas películas es real, de las alcantarillas sale humo, en los tejados hay depósitos de agua como cohetes regordetes, las paredes son de hierro en el Soho y de ladrillo rojo en el Village, las escaleras de incendios cuelgan de las fachadas, todos los mercados de fruta hacen esquina y muestran sus manzanas multicolores, y venden mil ramos de flores, los carros de hot-dogs y pretzels te esperan a la vuelta de la esquina, el café está aguado y se bebe por la calle y hay personas que su profesión es pasear manadas de perros de todos los tamaños.

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